domingo, 19 de mayo de 2013
Algo se mueve, pero hay que agitarlo
Algunos pensamos que sólo saldremos de la actual crisis
económica e institucional con una Europa más fuerte y solidaria. Las
alternativas populistas y aislacionistas le hacen el juego a quienes no desean
ni una Europa fuerte ni una Europa solidaria. Estas alternativas populistas y
aislacionistas, ya sean en su vertiente anti-política o en su vertiente
identitarista, son hoy un riesgo importante fruto de la profunda crisis de la
acción colectiva y del proyecto europeo. Una Europa más fuerte y solidaria, que
huya a la vez del populismo y de la tecnocracia, es decir, que sea más
democrática, debe tener como eje vertebrador, aunque no único, una
socialdemocracia renovada, porque la socialdemocracia es la única rama de la
izquierda que puede exhibir los mayores logros en bienestar que durante más
tiempo han beneficiado a más personas. Sin embargo, la socialdemocracia europea tiene
enormes dificultades para adaptar sus recetas e instrumentos al reto de
construir esta Europa más fuerte que necesitamos. Pero algo se mueve en los
distintos niveles de la acción política de la socialdemocracia. En lo que yo
puedo percibir desde Barcelona, se han puesto en marcha distintas iniciativas
en la ciudad de Barcelona, en Catalunya desde el PSC, en España por parte del
PSOE y en Europa con el PSE. Todas estas iniciativas son intentos
bienintencionados de hacer algo en la dirección correcta: la auto-renovación,
la articulación en un mismo esfuerzo de un programa económico que dé esperanza
a los trabajadores europeos; de una nueva forma más democrática y moderna de
organizarse y de recuperar el crédito de la política; y de una nueva propuesta
institucional que permita derribar fronteras y a la vez reconocer las distintas
singularidades (el federalismo). El principal problema de todas estas
iniciativas es su credibilidad. La letra está bien, pero la música no está a la
altura de lo que demandan los analistas más lúcidos y exigentes. En su mayoría
están protagonizadas por los líderes locales, nacionales o internacionales (en
su mayoría buenas personas, muchos amigos míos, que han llegado a sus
aproximadamente 50 años sin hacer otra cosa que dedicarse a la política) que la
ciudadanía percibe como parte de las élites que por decirlo suavemente no han
sabido evitar la actual crisis económica e institucional, y que a menudo la han
visto llegar abrazados a las élites económicas y empresariales. Por eso es
necesario implicarse en la medida de lo posible en estas iniciativas para
agitarlas, para forzar reformas creíbles en el sentido de promover nuevos
liderazgos, organizaciones más democráticas y a la vez más fuertes, mecanismos
severos que prevengan y castiguen la corrupción, fórmulas que permitan no sólo
la participación, sino el protagonismo y el liderazgo de personas normales que
no sean profesionales de la política. De todas estas iniciativas, la que me
parece más alejada de lo que exigen los retos que tiene planteada la sociedad
europea es la de las “primarias” del Partido Socialista Europeo para elegir su
líder de cara a las elecciones europeas de 2014. De acuerdo con los planes que
se están realizando, será imposible que surja un candidato que no esté “bendecido”
por las estructuras de su partido nacional. Estas estructuras, si he leído
bien, incluso pueden decidir que no voten todos los afiliados, sino simplemente
sus representantes. Menudas primarias, compañeros…
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