jueves, 13 de octubre de 2016
Estados-nación o federalismo europeo: esta es la cuestión
Parece que los independentistas catalanes se han puesto muy felices porque en una visita a Barcelona el economista progresista Joseph Stiglitz ha dicho que una hipotética Cataluña independiente sería "viable" y que a Cataluña le iría bien como tal país independiente. No es que Stiglitz haya escrito un libro o un artículo rebatiendo las tesis de Borrell y Llorach cuestionando las cuentas y los cuentos de la independencia, simplemente hizo unos comentarios en el contexto del road show sobre la presentación de su libro criticando la implementación de la moneda única europea. Sin haber leído el libro, pero sí numerosas entrevistas y artículos a los que ha dado lugar, parece que la posición de Stiglitz es que, si la Europa del euro no es capaz de culminar la unión política y fiscal, es mejor hacer marcha atrás y volver a la Europa de la disgregación monetaria. Es una posición muy discutible, pero respetable, que Xavier Vidal-Folch ha respondido muy bien. En este contexto, y bajo la presión ambiental que se vive en Cataluña, Stiglitz dijo algo obvio, que es que Cataluña (como cualquier territorio rico) sería viable y le iría bien como país independiente. También es viable y le va bien a San Marino, por mencionar otro país pequeño, igual que le iría bien y sería viable Sant Cugat del Vallès, si se dieran las condiciones, como país que se secesionase desde una Cataluña independente. La cuestión importante, me parece a mi, no es si una Cataluña independiente es viable y en algún momento indeterminado del tiempo y con unas circunstancias imprecisas, si le iría bien, sino la cuestión es si en Europa queremos desandar los pasos que se han dado hacia una Europa federal, y regresar a la época de fragmentación basada en el monopolio de la soberanía, en lugar de avanzar más rápidamente hacia el federalismo, con una mayor cesión de soberanía en beneficio de un nivel europeo más democrático y solidario. Esta mayor cesión no vendrá sola, no es un dato de la naturaleza, sino que dependerá de las acciones de las personas (incluidos los intelectuales) y de sus representantes políticos. Los comentarios superficiales de Stiglitz por supuesto han recibido una gran cobertura mediática en Cataluña, a diferencia de lo que ocurrió cuando Krugman dijo en su blog que tenía una preferencia por los grandes agregados democráticos, o cuando Tirole dijo en la BBC que él era un gran federalista. También lo dijeron en declaraciones superficiales, pero en ese caso no se consideró trascendente. Lo que es menos superficial es que hasta ahora, en los momentos de la verdad, cuando todo el mundo se ha tenido que mojar y argumentar negro sobre blanco su opinión en profundidad, los partidarios del repliegue nacional han perdido el debate económico por goleada. Me refiero al referéndum por la independencia de Escocia y al referéndum del Brexit. En el primer caso, los argumentos económicos fueron cruciales para la victoria del No, y en el segundo caso, ganó la opción lamentable de salir de la UE por la demagogia nacionalista, pese a perder el debate económico. Dudo mucho de que, si llegara el momento de escribir argumentos profundos sobre el tema (ojalá no sea en un referéndum dicotómico donde Cataluña se divida todavía más de lo que lo está), Stiglitz se pusiera del lado de los que desean un resurgir de los nacionalismos, entre otras razones porque quedaría en muy mala compañía en el conjunto de Europa y del mundo. Pero si se decide a hacerlo, seguro que el debate de fondo, es decir, el debate sobre si avanzamos hacia un reforzamiento (o nueva creación) de los estados-nación, o si avanzamos hacia un federalismo europeo (como se sostiene de forma muy elaborada en la cuarta parte del libro de Thomas Piketty sobre el capital en el siglo XXI), ganará en calidad y profunidad.
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