"En
este capítulo se ha defendido una evolución hacia el federalismo como mejor
forma de organización del gobierno ante los retos económicos y sociales del
mundo de hoy y de mañana, y como forma de gobierno más coherente con unos
valores éticos universalistas. El federalismo es parte fundamental de las
reformas económicas e institucionales que España y Europa necesitan. Contrariamente
a las críticas tacticistas de las que es objeto habitualmente, el federalismo
aporta estabilidad donde las alternativas aportan inestabilidad o parálisis, el
federalismo es presente y futuro mientras las alternativas están ancladas en el
pasado. Lejos de representar una tercera vía, el federalismo es la primera vía
para la mayoría de personas que viven en democracia en el mundo. La vía
alternativa es la de la fragmentación, la división etnocrática, los muros y la
lucha por el monopolio de la soberanía, que tanta miseria produce hoy en muchas
partes del mundo y que ya asoló el continente europeo en el pasado.
Las propuestas del federalismo no crean
incertidumbre, sino que satisfacen de forma sólida un deseo muy compartido de
cambio, respeto por el auto-gobierno y reforma, y pueden servir para que las
políticas públicas en el terreno económico se adapten a su ámbito geográfico
óptimo, permitiendo un grado amplio de cooperación, solidaridad, flexibilidad,
innovación institucional, experimentación limitada y control democrático. Lo
que el eurodiputado Ramón Jáuregui llamó en una ocasión federalismo de muñecas
rusas recoge la idea de que el federalismo español y europeo son parte de un
mismo proyecto, con un mismo objetivo: el de institucionalizar y hacer
irreversible la fraternidad."
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