A ver si resultará que son tan fieros como las CUP, que pese
a todo el griterío anticapitalista y anticorrupción, hoy sirven para alargar la
agonía de Mas y para que el Parlament de Catalunya no haga un pleno sobre la
pobreza y las políticas sociales, o para que el gobierno de Boi Ruiz e Irene Rigau
vuelva a prorrogar sus presupuestos. Rajoy y Mas no son decentes en la medida
que han liderado partidos y gobiernos embarrados en la corrupción mientras
pedían enormes sacrificios a la ciudadanía. Llamarles indecentes no es un
insulto: es una descripción rigurosa (y que Homs y Duran Lleida no se llamen
indecentes no es un mérito, es colusión que oculta la verdad a una parte de
Cataluña que vive en una realidad paralela desde hace tiempo). Hay que llamar a
las cosas por su nombre y es indecente que fuerzas supuestamente emergentes o
supuestamente progresistas les hagan el juego y pongan en el mismo saco a
quienes se esfuerzan por enfrentarse a ellos y plantear alternativas viables.
A partir del 21D hay que facilitar un gran acuerdo por la
regeneración democrática y social, que incluya una reforma ambiciosa de la Constitución
española, y que gire en torno a tres aspectos básicos:
-Igualdad, para
salvar y modernizar el estado del bienestar con una presión fiscal adecuada y
un mejor mercado de trabajo especialmente al servicio de los sectores más
vulnerables.
-Europa y Federalismo:
una arquitectura institucional que respete la diversidad y la innovación
institucional y facilite la solidaridad y la cooperación. Como el enfermo de
Molière que hablaba en prosa sin saberlo, en España habrá una mayoría de
diputados federalistas, muchos sin saberlo (y algunos sin decirlo). Les sacaremos
de su ignorancia (o de su silencio).
-Una democracia mejor,
que permita una mejor rendición de cuentas y combata la corrupción que tanto
nos avergüenza.
Yo en estas elecciones podía haberme planteado votar a
Podemos. Soy un militante y votante socialista no del todo disciplinado, con
una tendencia enfermiza a votar a candidatos críticos dentro de mi partido y
con un pasado de voto no siempre fiel. Pero los ataques exagerados e injustificados de Iglesias y Ada Colau a
los socialistas, y sus propuestas irreflexivas y populistas que les alejan de
escuchar consejos amables, me inclinan a volver a ser disciplinado: lo siento
Pablo, pero voy a votar a Pedro.
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