Por ejemplo, traduzco párrafos de lo que escribe hoy Eugenio Scalfari en La Repubblica:
“Angela Merkel, en lo que se puede decir de su ya larga cancillería, es pro-europea e incluso Schäuble lo es, pero lo son a su manera. Unos auténticos Estados Unidos con un gobierno federal, eso no. Un núcleo de siete u ocho países que participan en la moneda común, y en la gobernanza económica y política aceptando un alto grado de integración, con muchas transferencias importantes de soberanía, pero con el poder siguiendo en manos de los jefes de gobierno, eso sí. ¿Es una federación? No, no hay una Casa Blanca como en los EE.UU., sino una oligarquía. Moneda común, tesoro común, las inversiones y los bonos para financiarlos. ¿Italia sería parte de esta oligarquía? Ciertamente, junto con España, los Países Bajos, Austria, Portugal, Eslovenia.Más o menos esto. Otros permanecen en el euro pero en segunda división, es decir, no con un tipo de cambio fijo, sino oscilando dentro de unos límites. Como el Sme de hace dieciséis años. Pero a medida que su economía mejore, podrían ingresar en primera división, y después de los controles adecuados, ser aceptados.
En cuanto al BCE, sería un Banco Central en toda regla, con competencias tanto en la primera como en la segunda división, porque el euro es todavía el euro.
Este plan no está exento de aspectos positivos e incluso fascinantes. Recuerda incluso la historia de los EE.UU., donde la confederación siguió de facto incluso tras la Guerra de Independencia, porque el gobierno federal operaba sólo en algunos temas. La discriminación racial se encontraban todavía en vigor en muchos estados de la Unión en tiempos de Luther King (quien también fue asesinado como Lincoln y Kennedy); se entiende por ello la idea de la dificultad de pasar de la libertad a los derechos de igualdad. Y más en Europa, donde nacieron las naciones, imperios, y donde existen tan diferentes idiomas y culturas conectadas.
Habiendo dicho todo esto, yo personalmente creo que un camino tan largo y accidentado no podrá resistir los retos de la sociedad global. La Unión a tres velocidades es demasiado frágil. La gobernabilidad basada en algunas naciones hegemonizada por supuesto por Alemania, y con organismos frágiles y poderes autónomos, no se sostiene. Tenemos no más de diez o quince años como máximo, de lo contrario Europa será cubierta por fuerzas centrífugas en lugar de fuerzas centrípetas y el estado federal auspiciado por el Manifiesto de Ventotene; tendremos un conjunto de embarcaciones que no se sostienen en alta mar, sino navegando cerca de la costa.
Debemos luchar por este objetivo si queremos mantenernos a la altura de la historia del futuro. Quiénes deseamos esto, ¿seremos derrotados? Es posible y tal vez probable, pero el futuro está abierto, debemos esperar y luchar.”
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