La democracia ateniense ha sido substituida hace tiempo por
la democracia representativa y deliberativa con libertad de expresión, con
grandes paréntesis de todo tipo de dictaduras y atrocidades. Nuestra democracia
evolucionará hacia nuevas formas, pero si queremos que sea para mejorar deberá
encontrar formas de deliberación y decisión adaptadas al mundo de hoy, no a un
mundo irreal.
Decidir ahora y aquí todo entre “todos” tiene además el problema del compromiso o de
inconsistencia temporal: cuando tomamos decisiones que sólo ofrecen un
rendimiento (en términos materiales, de bienestar, o de acercarse a algún tipo
de logro colectivo) en el futuro, deseamos saber que lo hacemos en un entorno
institucional estable. La definición del “todos” también es problemática:
idealmente, quienes deciden deberían ser todos aquellos afectados por un
problema, y hoy los problemas van más allá (en un sentido territorial y
generacional) que los demoi
actualmente constituidos o reivindicados.
Tomar decisiones políticas es hoy ubicarse en un espacio de
varias dimensiones continuas y no ortogonales (es decir, no independientes: por
ejemplo la arquitectura institucional mal llamada “territorial” condiciona las
políticas sociales y la regeneración democrática), y ubicarse no necesariamente
en un punto, sino en una pequeña nube. Por supuesto uno puede ubicarse en una
gran nube, pero la nube se reduce cuando se tienen que tomar decisiones reales
en un gobierno o un Parlamento, y las decisiones finales, en el mundo de hoy
(no en el mundo de Oriol Junqueras, Quico Homs o el juez Vidal, protagonistas
tragicómicos de los últimos intentos de resucitar el proceso independentista
catalán), no suelen ser en un extremo del continuo en ninguna de las
dimensiones.
Sorprende que algunas fuerzas pretendan presentar opciones
binarias en temas complejos al electorado cuando ellos mismos no son capaces de
tomar opciones mínimamente claras. Podemos Catalunya no son ni federalistas ni
confederalistas, ni independentistas, pero están por el derecho a la
autodeterminación. ICV por fin se ha decidido, parece que por la soberanía
catalana en un estado plurinacional (ojalá en los detalles de eso en la Europa
del siglo XXI podamos coincidir). El juez Vidal está abierto a formar
candidaturas con CiU, ERC y las CUP. Albert Rivera no sabía si ir al grupo
socialista o al liberal unos días antes de las elecciones europeas, cuando fue
entrevistado por Ana Pastor: ahora ya se ha decidido y dice que es liberal
(veremos cómo le sienta a algún marxista que se apuntó a Ciudadanos porque
estaba en contra de la inmersión del catalán). La monja Forcades quiere hacer
de gozne entre Podemos y las CUP (entre ella y el Juez Vidal abarcarían todo el
espectro de los insurgentes de derechas e izquierdas, solo faltaría Ciudadanos).
Sorprende este pragmatismo de amplio espectro de algunos personajes cuando se
combina con la voluntad de que el pueblo se pronuncie de forma binaria (si o
no) en algunas cosas fundamentales.
El entramado de Podemos se financia desde el chavismo pero
dicen que son socialdemócratas. Bueno, que se financian desde el chavismo no lo
reconocen abiertamente (como sí reconoce Martine Le Pen que se financia con fondos
de Putin), aunque no hayamos visto los informes de política monetaria de
Monedero. Si Podemos es socialdemócrata, ¿no debería federarse con el PSOE, que
es la versión española reconocida por la Internacional Socialista y el Partido
Socialista Europeo (PSE)? ¿Terminará Podemos en el PSE como hizo el PCI en Italia?
¿Es el PSOE de Sánchez como el PSI de Craxi? ¿Es el Podemos de Iglesias como el
PCI de Occhetto y Dalema? No sabemos la respuesta a estas preguntas, y tampoco
las saben los dirigentes de Podemos, pero sabemos que quieren llevar sus dudas
a un proceso constituyente donde todo vuelva a estar sobre la mesa. El
principal problema es que la mesa es española, y no europea, que es la única
mesa realista donde se pueden resolver problemas.
La soberanía nacional en Europa ya no existe, y de lo que se
trata es de construir un Estado Federal europeo, donde desde Krugman a Scalfari
puedan aplaudir a una mayoría realista de izquierda y centroizquierda que pase
de estar dirigida por Mario Draghi a estar dirigida por una presidenta o un
presidente elegidos democráticamente, con un presupuesto digno de este nombre,
y al que puedan apoyar desde la socialdemocracia hasta los sectores más
sensatos de las nuevas fuerzas insurgentes.
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