Zapatero nunca priorizó la política económica, pero eso
también es responsabilidad de los economistas que le rodearon, sin olvidar a
quien se supone que le enseñó economía en una o dos tardes, quizás sin estar
capacitado para ello. Pese al boom, el paro siguió siendo el más alto de Europa
y no se hizo suficiente para reducir la precariedad del empleo, como se ha
visto a la que han soplado vientos de crisis. Todos los que han polemizado
entre ellos estos días son corresponsables de haber empeorado durante esos años
los problemas del sector energético (igual que ha ocurrido con gobiernos del
PP), o de haber facilitado pasivamente el fenómeno masivo de las puertas giratorias, que afecta a Solbes, a Taguas, a Salgado, a Javier de Paz y a
tantos otros de esta época y de la época socialista anterior, incluidos Felipe
González y Narcís Serra, sin olvidar los vínculos de
alguna ministra con un grupo mediático. Aunque se llevaron a cabo políticas
sociales y culturales avanzadas, la desigualdad económica apenas se combatió en los años de Zapatero. No todo fue negativo en la esfera económica (la reforma de la
política de defensa de la competencia, que después el PP ha destrozado, y algunos
aspectos de la política industrial y educativa merecen una evaluación positiva),
pero si no somos capaces de realizar una reflexión profunda y desinteresada,
adulta, sobre lo que se hizo y sobre todo lo que no se hizo, difícilmente se
podrá construir una alternativa solvente para la próxima vez que los españoles
lleven a la izquierda al gobierno.
jueves, 5 de diciembre de 2013
El triste final de la ZPeconomía
Ha sido muy triste presenciar la polémica entre Zapatero,
Solbes, Sebastián y Taguas echándose unos a otros la culpa del desastroso final
económico de la segunda legislatura de Zapatero. Las acusaciones casi infantiles,
los detalles de una y otra reunión, de un fax o una carta, dan la sensación de
querer centrar la discusión en cuestiones de puro detalle cortoplacista, sin
realizar en ningún caso una reflexión sobre qué falló en la elaboración
conjunta de la política económica para que los gobiernos socialistas fuesen
incapaces de frenar la burbuja inmobiliaria, y después apareciesen súbitamente
subordinados a las políticas de austeridad impuestas externamente. Los últimos
15 o 16 años de la economía española han sido muy negativos, por la burbuja
inmobiliaria primero y por la crisis económica derivada de ella después. En los
orígenes de la burbuja inmobiliaria está la desregulación del suelo del PP y en
general la fe en el libre mercado, pero los gobiernos socialistas son
responsables de no haber hecho casi nada para frenar la especulación, y de
desarrollar por el contrario políticas no sostenibles
aprovechando la burbuja. Esta actuó como una auténtica “maldición de los
recursos”, donde crecimientos de la riqueza debidos a aumentos del precio de
los activos se confundían con aumentos permanentes de la riqueza, impidiendo el
funcionamiento de las correctas señales económicas y políticas (por ejemplo,
tolerancia con la corrupción), propias del mundo desarrollado. Otros países con
gobiernos de centro-izquierda sí han sido capaces de dotarse de un entramado
institucional capaz de gestionar mejor el aumento del precio de sus activos
(Noruega, Chile) o capaces de superar crisis económicas manteniendo lo
fundamental del modelo social (Suecia).
Yo viví estos años en la perplejidad: siendo maestro interino de la educación primaria, vi como mi salario se hacía pequeño (o muy pequeño) mientras se me exigía un mayor compromiso, o mientras veía como la escuela concertada podía continuar con sus políctica expansivas (y subvencionadas). Siempre he vivido de alquiler, porqué jamás he pensado que un trabajador sensato se pueda comprar un piso -a no ser que pretenda especular con él. Durante muchos años me he sentido tratado de idiota por no querer participar activa y felizmente en el modelo especulador de moda, un modelo promovido por la banca pero también por el gobierno, increíbemente socialista. O mejor dicho socialdemócrata, Yo pensé que ante todo prevalecía mi opción ética, aunque fuese tremendamente minoritaria. El resultado es que ahora no debo dinero a ningún banco y no tengo ninguna propiedad, lo cual no me sitúa en ninguna ventaja, ya que mi puesto de trabajo es renovable de año en año, sin garantía alguna.
ResponderEliminarAl final de dos gobiernos socialdemócratas y uno conservador (en la mitad del mandato), creo que quienes optamos por una opción fuera del sistema especulativo seguimos atóntios y muy asustados.
Sólo quiero aportar un dato : la PAH (Plataforma por los Afectados de la Hipoteca) no difunde que el 55% o más de los vecinos desahuciados lo son por impago del alquiler, y se trata de personas que, como yo, jamás quisieron beneficiarse de la burbuja inmobiliaria.