Los promotores de la campaña independentista en Cataluña
invierten enormes esfuerzos y recursos para tratar de obtener apoyo
internacional para su causa. Hay
por lo menos dos libros en inglés en las librerías que explican los argumentos
a favor de la independencia, escritos por partidarios locales (al parecer no
lograron encontrar prestigiosos expertos extranjeros, que habrían aumentado la
credibilidad del esfuerzo). El
gobierno catalán mismo gasta recursos públicos en esta campaña internacional,
por ejemplo mediante el despliegue de una organización de partidarios
internacionales (de origen catalán) llamada "Diplocat". Se
han enviado cartas al Presidente Obama (que han recibido una respuesta más bien fría).
Los resultados de todos estos esfuerzos han sido muy escasos. Básicamente, no hay apoyo externo relevante para la independencia catalana. Portavoces oficiales de las instituciones de la Unión Europea han declarado en repetidas ocasiones que una Cataluña independiente comenzaría su vida fuera de la UE y publicaciones de prestigio como The Economist y el Financial Times han expresado su apoyo a una mejor integración federal de Cataluña en España en una Europa unida. Los promotores de la independencia deberían reflexionar sobre las razones de su fracaso. Quizás las consecuencias distributivas de la campaña independentista y de la independencia real (si es que alguna vez se produce) de un territorio relativamente rico, donde se respetan plenamente los derechos humanos y la identidad, no son las que normalmente encienden las campañas internacionales de solidaridad. Estamos hablando de la Cataluña del siglo XXI, no de la India, Sudáfrica o Tíbet en el siglo XX. Ningún pacifista activista internacional desearía un brote de inestabilidad en Europa, sobre todo en el sur de Europa y el Mediterráneo. El federalismo es a la vez una alternativa más realista y más ambiciosa. Los secesionistas a menudo argumentan que los federalistas no tenemos seguidores fuera de Cataluña sin tener en cuenta la opinión de 40 % de los españoles, según una encuesta reciente, o los partidarios internacionales mencionados anteriormente), suponiendo implícitamente que la ayuda externa no es necesaria para la independencia. Pero las nuevas fronteras son una cuestión internacional. El cambio climático, la inestabilidad financiera, o la pobreza en el mundo no se pueden solucionar desde cualquiera de los actuales estados nacionales en Europa (como suele decir Daniel Cohn-Bendit), y mucho menos desde un pequeño y nuevo estado- nación (sobre todo si no se acepta como miembro de la Unión Europea, lo que ya sabemos oficialmente que de entrada no pasará).
En un artículo muy revelador en el New York Times (NYT), varios empresarios catalanes manifiestan su discrepancia con la campaña secesionista. El periodista sólo recoge la opinión de un ejecutivo a favor de la independencia. Se trata de Jordi Bagó Mons, presidente ejecutivo de Serhs, empresa proveedora de catering para hoteles e instituciones públicas y otros servicios de turismo. Bagó es miembro de una asociación empresarial que apoya la secesión. El Sr. Bagó argumenta que con la independencia “podemos construir un modelo económico mucho mejor para Cataluña". Uno se pregunta si la misma Serhs será una fuente de inspiración para este modelo, ya que el presidente de la compañía y ex -político, el Sr. Ramon Bagó Agulló, ha sido investigado por la Oficina Antifraude catalana (véase El País, 29 de enero, 2013). Muy apropiadamente, el reportaje de NYT explica como el gobierno catalán mismo que promueve la campaña secesionista, también ha sido debilitado por escándalos de corrupción. Entonces no es de extrañar que este movimiento tenga tantas dificultades en inspirar a partidarios extranjeros, como anteriores luchadores catalanes por la libertad sí merecieron el apoyo de personas como George Orwell.
Los resultados de todos estos esfuerzos han sido muy escasos. Básicamente, no hay apoyo externo relevante para la independencia catalana. Portavoces oficiales de las instituciones de la Unión Europea han declarado en repetidas ocasiones que una Cataluña independiente comenzaría su vida fuera de la UE y publicaciones de prestigio como The Economist y el Financial Times han expresado su apoyo a una mejor integración federal de Cataluña en España en una Europa unida. Los promotores de la independencia deberían reflexionar sobre las razones de su fracaso. Quizás las consecuencias distributivas de la campaña independentista y de la independencia real (si es que alguna vez se produce) de un territorio relativamente rico, donde se respetan plenamente los derechos humanos y la identidad, no son las que normalmente encienden las campañas internacionales de solidaridad. Estamos hablando de la Cataluña del siglo XXI, no de la India, Sudáfrica o Tíbet en el siglo XX. Ningún pacifista activista internacional desearía un brote de inestabilidad en Europa, sobre todo en el sur de Europa y el Mediterráneo. El federalismo es a la vez una alternativa más realista y más ambiciosa. Los secesionistas a menudo argumentan que los federalistas no tenemos seguidores fuera de Cataluña sin tener en cuenta la opinión de 40 % de los españoles, según una encuesta reciente, o los partidarios internacionales mencionados anteriormente), suponiendo implícitamente que la ayuda externa no es necesaria para la independencia. Pero las nuevas fronteras son una cuestión internacional. El cambio climático, la inestabilidad financiera, o la pobreza en el mundo no se pueden solucionar desde cualquiera de los actuales estados nacionales en Europa (como suele decir Daniel Cohn-Bendit), y mucho menos desde un pequeño y nuevo estado- nación (sobre todo si no se acepta como miembro de la Unión Europea, lo que ya sabemos oficialmente que de entrada no pasará).
En un artículo muy revelador en el New York Times (NYT), varios empresarios catalanes manifiestan su discrepancia con la campaña secesionista. El periodista sólo recoge la opinión de un ejecutivo a favor de la independencia. Se trata de Jordi Bagó Mons, presidente ejecutivo de Serhs, empresa proveedora de catering para hoteles e instituciones públicas y otros servicios de turismo. Bagó es miembro de una asociación empresarial que apoya la secesión. El Sr. Bagó argumenta que con la independencia “podemos construir un modelo económico mucho mejor para Cataluña". Uno se pregunta si la misma Serhs será una fuente de inspiración para este modelo, ya que el presidente de la compañía y ex -político, el Sr. Ramon Bagó Agulló, ha sido investigado por la Oficina Antifraude catalana (véase El País, 29 de enero, 2013). Muy apropiadamente, el reportaje de NYT explica como el gobierno catalán mismo que promueve la campaña secesionista, también ha sido debilitado por escándalos de corrupción. Entonces no es de extrañar que este movimiento tenga tantas dificultades en inspirar a partidarios extranjeros, como anteriores luchadores catalanes por la libertad sí merecieron el apoyo de personas como George Orwell.
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