1) Las empresas con malas perspectivas de resultados reclutan políticos a la desesperada, y en nuestro trabajo empírico no terminamos de aislar la dirección de causalidad entre malos resultados y presencia de personajes políticos.
2) Las empresas son malas para fichar, como lo son los equipos de fútbol en el mercado de fichajes, que tienden siempre a fichar y pagar demasiado por delanteros centro, porque son más visibles, en detrimento de otros jugadores más eficaces pero menos conspicuos (sesgo de visibilidad).
3) Los gestores fichan políticos no para mejorar los resultados de la empresa, sino para defenderse de OPAs o intentar aumentar artificialmente (y en detrimento del valor accionarial) el tamaño de la empresa mediante operaciones internacionales en las que personajes como Rato, González o Aznar pueden ser útiles.
4) Para las empresas reclutar políticos no es una inversión, sino un acto de consumo: fichan políticos porque a los gestores les gusta estar cerca del poder, independientemente de que eso redunde en beneficios económicos.
Las protestas del PSOE por el fichaje de Rato son lágrimas
de cocodrilo. Aunque el PP tiene más políticos en consejos de administración,
también hay muchos del PSOE. Es legal, y en muchos países ocurre (aunque las
cifras en España son más elevadas), pero no debería dejar de ser motivo de
reflexión para partidos de izquierda si no sería útil introducir algún tipo de
medida para que antes de que un (ex)político acepte trabajar para una gran empresa
(especialmente si es regulada) se lo deba pensar un par de veces.
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