Este fin de semana los delegados del 38 congreso fedaral del PSOE elegirán al/la nuevo/a sectretario/a general del partido. Se presentan Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón. Según las impresiones que recogen los medios de comunicación y los cálculos (no coincidentes) que hacen los equipos de los dos candidatos, la elección está muy abierta y es posible que se resuelva por escasa diferencia.Los socialistas tenemos la suerte de poder contar con dos candidatos muy válidos. Tanto Rubalcaba como Chacón están plenamente capacitados para liderar el partido durante la etapa de oposición que ahora iniciamos, que no será sencilla y, en función de como lo hagamos, puede que tampoco sea corta.
Mis preferencias están con Rubalcaba. Tanto por lo que representa en términos de experiencia política como por su reconocida capacidad de trabajo y encaje ideológico con los principios de la socialdemocracia, creo que lo mejor que podemos hacer es elegirle secretario general. Una de las principales razones para hacerlo es, por paradójico que parezca, la necesidad de llevar a cabo una renovación de equipos, que ha sido uno de los principales fracasos de la etapa de gobierno que ahora cerramos. Si queremos un partido fuerte y capaz de gobernar para transformar la sociedad, tenemos que invertir mucho más en el trabajo en equipo, en el conocimiento profundo de los temas y en la voluntad de analizar las cuestiones desde todos los puntos de vista antes de tomar decisiones, evitando la sensación (real o percibida) de que se actúa a corto plazo sobre la base de análisis superficiales. Para eso, para renovar el partido generacionalmente de forma que trabajemos más y mejor, creo que el mejor líder es Rubalcaba, dado que no creo qeu tenga pretensiones de permanecer en el cargo durante más tiempo del necesario que para pasar el testigo a gente más jóven y tan o más preparada que él.
Hay un tema de gran importancia que refleja bastante bien la idea de la necesidad de tener un discurso ideológicamente bien trabajado: la cuestión siempre abierta de la financiación de las comunidades autónomas. Lograr un equilibrio en términos territoriales que acote el problema e impida el chantaje periódico de los distintos partidos nacionalistas para renegociar continuamente el sistema a cambio de apoyos puntuales debería ser uno de los objetivos del PSOE. Esto implica, por ejemplo, ser capaces de discutir abiertamente sobre los desequilibrios que provoca el cálculo del cupo vasco y la aportación navarra en su formato actual. Alfredo Pérez Rubalcaba sintetizó bastante bien esta idea cuando en una de sus primeras intervenciones como candidato a la secretaría general afirmó que los socialistas teníamos que tener un discurso común en toda España. Aunque esa frase despertó el lógico rechazo en los entornos nacionalistas, provocó que Carme Chacón adoptara un discurso muy similar, con un distanciamiento de las propuestas de negociación de un pacto fiscal en la línea del concierto económico que desde CiU se pretende asimilar a una reivindicación del conjunto de Cataluña. En esto Chacón es coherente con su actitud de distanciamiento con otras posiciones del propio PSC, como la infausta adhesión a la manifestación de Òmnium Cultural del 10 de julio de 2011. Pero, y esta es la conclusión que me duele, en lugar de haber adoptado este discurso claramente distante del nacionalismo de forma explícita y llevarlo a sus lógicas consecuencias (por ejemplo, incorporándolo a los debates del reciente Congreso del PSC), Chacón parece haberlo sacado como respuesta a la iniciativa de Rubalcaba. Si nos da miedo decir lo que pensamos o abrir debates molestos por estrategias electorales a corto plazo o por cuestiones territoriales, nos va a costar mucho recuperar una mínima credibilidad.
Chacón será, si gana, una secretaria general que liderará el partido con entusiasmo, pero los discursos tienen que mantenerse de forma mucho más consistente y duradera.
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