Es frecuente en la opinión pública y los debates mediáticos tener gran fe en el rol de los grandes hombres, pensar que ellos lo explican todo o casi todo. Es un sesgo más de nuestro comportamiento psicológico ante la complejidad y la incertidumbre. Pensamos que el Holocausto fue culpa sólo de Hitler, olvidando todo un proceso social por el que gran parte de los alemanes reaccionaron ante fenómenos como las reparaciones de guerra y la hiperinflación. Hitler fue endógeno. Lo mismo vale para los grandes hombres en positivo: Maragall fue un gran alcalde de Barcelona, pero recibió la suerte olímpica y nadó sobre una ola colectiva. Hoy seguimos esperando mucho de los grandes hombres o exagerando su contribución. Tres ejemplos:
1) Jordi Pujol. Se ha puesto de moda, también entre los socialistas catalanes, hablar bien de la "época de Pujol" ese hombre "de país" de visión amplia, no como sus herederos. Como si Banca Catalana, Estivill, Piqué Vidal, Prenafeta, Millet, no hubieran tenido nada que ver con él, y la burguesía que lo apoyó. Como si no hubiera desaprovechado la ocasión de hacer de la Generalitat una administración moderna al servicio de una sociedad, y no de un partido. O de TV3 una televisión pública neutral ejemplar, o de la administración territorial algo útil y no unas canongías para colocar a apratchiks de CiU. O no hubiera sido nunca nombrado "Español del Año" por el ABC ni hubiera reciclado a 40 alcaldes franquistas.
2) Josep Guardiola. Ahora admirado por toda la clase política, como si no tuviera algo de inquietante en todas partes el acercamiento del mundo del fútbol a la política. O como si Guardiola no hubiera estado nunca implicado en un caso de dopaje (y absuelto, como tantos atletas y ciclistas de los que seguimos dudando); no hubiera prestado sus servicios de imagen a la candidatura dudosísima de Qatar para organizar un Mundial de fútbol; o no tuviera un hermano haciendo labores de representación de futbolistas de su plantilla. Y como si no fuera algo de suerte heredar un equipo cuyos componentes ya estaban en lo básico cuando él llegó y ya le habían dado a España una Eurocopa con otro entrenador. Es trabajador y un buen entrenador, pero no es el único ni lleva tanto tiempo haciendo bien su trabajo como otras personas en sectores que concentran mucho menos dinero.
3) Zapatero, ahora culpable de todo, antes la gran esperanza. Pues ni lo uno ni lo otro. Cuando empezó y todo el mundo hablaba de "una nueva forma de hacer política" ya mostraba sus graves carencias en política internacional y economía. Ahora que son obvias, está actuando con más sentido de estado que lo que harían otros, o es que es creíble que alguien haría otra cosa que hacer lo que digan nuestros socios europeos.
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